Un emotivo panel constituyó el plato fuerte de las jornadas en homenaje al 55 aniversario del Instituto Cubano del Libro (ICL). La Sala Nicolás Guillén, en el Complejo Histórico Militar Morro Cabaña, acogió el acto en medio del festejo que constituye la Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH). El conversatorio contó con la presencia de Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Comité Organizador de la FILH y que fungió como moderador; Nancy Morejón, escritora y Premio Nacional de Literatura; Mercy Ruiz, Premio Nacional de Edición; Jorge Martell, Premio Nacional de Diseño e Iroel Sánchez, uno de los presidentes con los que contó la institución.
Juan Rodríguez Cabrera hizo extensiva una felicitación a todas las editoriales, directivos, editores, diseñadores, traductores y a todos los trabajadores del libro. «Son ellos quienes están haciendo posible esta Feria, en momentos extraordinariamente difíciles; pero creo que se está dando una demostración al mundo de la voluntad de un Estado por seguir respaldando su cultura y la obra creadora de sus escritores». Rodríguez Cabrera recordó que la Feria tendría también su inauguración provincial en La Habana, para que el libro llegue a cada municipio, a cada barrio.
La nostalgia, la remembranza, el recuerdo de los predecesores en la labor del libro en Cuba, algunos de los cuales ya no están entre nosotros, y la presencia ineludible de Fidel Castro, fueron algunos de los temas abordados por los panelistas.
La escritora Nancy Morejón recordó la significación de un recuerdo que atesora. «No olvidaré la tarde en que mi papá, que era estibador de los muelles y fue amigo de Aracelio Iglesias, me trajo un ejemplar de Don Quijote de la Mancha. Ese fue el primer título que publicó la Imprenta Nacional, el origen más lejano del ICL, y costó apenas unos centavos. Mi padre leía mucho y más allá de esa vocación literaria, que yo heredé, quiero reafirmar que mi padre alcanzó su sexto grado con la Campaña de Alfabetización» rememoró.
La poeta significó la importancia de la irrupción de la revolución en sus vidas y de la siempre extraordinaria presencia de Fidel. Trajo a colación aquella Noche Buena, donde el líder de la revolución cenó con los campesinos en la Ciénaga de Zapata y expresó que ahí empezaba a ser una leyenda del siglo XX, «un suceso que me impresionó mucho», subrayó. Terminó su intervención con la lectura del texto «Ronda de la fortuna», un poema que le escribí en vida, acotó, y que reza: Fidel / tu fortuna es una sola fortuna / es la fortuna / de ser Fidel.
Mercy Ruiz hizo un recorrido por algunos de los hitos iniciales de la historia del ICL. Sus sedes, sus primeros integrantes, algunos episodios de esos comienzos y el recuerdo de aquellos que pertenecieron a su nómina. Como parte de esa creatividad que todos le conocimos a Fidel, fue en 1967 que el Comandante le plantea a Rolando Rodríguez la idea de nuclear, en una institución a las editoriales que en ese momento ya existían, señaló.
La editora dedicó un muy sentido elogio a Pablo Pacheco, ya fallecido, que fungiera como presidente del ICL entre 1989 y 1995. Creo que es una de las personas que merece un homenaje permanente por su labor en favor del libro cubano, acentuó. Pablo Pacheco y Ambrosio Fornet fueron mis paradigmas y esas dos personas marcaron mi vida como editora, y no sólo mi vida sino la de un buen número de editores cubanos importantes, destacó Ruíz y aseguró que son muchos los que han estado influenciados por las enseñanzas de estos maestros. En sus conclusiones resaltó el esfuerzo para hacer esta edición de la Feria, en medio de tantas adversidades, lo cual calificó como una heroicidad.
Tuvo su turno Jorge Martell, quien recordó que su carrera tiene casi la misma edad del ICL. En su intervención mencionó el nombre de varios compañeros, subrayó el cuidado del idioma de los libros publicados en Cuba, su cantidad y calidad, y abundó en el modo en el que los diseñadores gráficos se involucran en el proceso editorial en nuestro país. Rememorando sus años de trabajo en los Estados Unidos, el Premio Nacional de Diseño destacó que los profesionales cubanos del diseño gráfico están al nivel de cualquiera de los mejores diseñadores en cualquier sitio del mundo.
El ponente mencionó también la cercanía de artistas plásticos, como Raúl Martínez y Humberto Peña, con la labor del diseño gráfico de las portadas del libro cubano. Otro asunto tratado fue la vinculación entre editores y diseñadores que permite, que uno sea capaz hasta de hacer una portada de libros complicados o de materias abstractas y difíciles. En ese sentido Martell resaltó uno de sus trabajos, sobre un texto que aborda el equilibrio iónico, y que gracias a la información recibida por la editora luego le resultó fácil representar un tema tan complejo.
Al cierre, Iroel Sánchez, uno de los directores que tuviera la institución, hizo un amplio recuento de las experiencias que tuvo con Fidel Castro y la intensa relación creadora del Comandante con la revitalización del libro en Cuba, luego de la crisis del Periodo Especial. La revolución tuvo dos actos vitales en esta historia del desarrollo del libro en nuestro país, explicó. Por una parte, con su sistema educativo, creó un lector masivo y lo dotó de un acceso universal a la cultura y al conocimiento. Por el otro lado, democratizó el acceso de los autores cubanos a la posibilidad de publicar. Publicar, se convirtió en un derecho, recalcó.
El funcionario recordó que Fidel estuvo detrás de todos los grandes proyectos asociados con el libro y la cultura en Cuba: el Sistema de Ediciones Territoriales; la Biblioteca Familiar; la Mesa Redonda y la Universidad para Todos. Otros temas tratados fueron la impresión de los libros escolares y el incremento de la producción editorial con el fin de lograr alcanzar los niveles de publicación antes de la crisis de los años noventa.
Posteriormente, Juan Rodríguez Cabrera finalizó la actividad con un agradecimiento a todos los trabajadores. A los que han traído el Instituto hasta aquí, a los que ya no están y a los que siguen trabajando, muchas gracias, expresó. Con todos ellos, repetimos, ¡Viva Fidel!