El Observatorio: 15 años con la mirada en los libros
Entrevista a Enrique Pérez Díaz

En este mes de septiembre, el Observatorio Cubano del Libro y la Lectura cumple quince años de fundado. Para acercar a nuestros lectores a la labor investigativa de esta institución, Cubaliteraria conversa con su director, el investigador y escritor Enrique Pérez Díaz.

¿En qué contexto y por qué surge el Observatorio Cubano del Libro?

El Observatorio Cubano del Libro y la Lectura surge el primero de septiembre de 2008. Es una dirección del Instituto Cubano del Libro que busca potenciar la realización de indagaciones, mediciones y seguimientos a las políticas del libro. Desde su primer año, la institución circula anualmente un documento llamado Resumen estadístico de la producción editorial. El documento tiene una gran importancia, porque ahí se consignan todas las variables relacionadas con la producción literaria en el país, tanto en formato impreso como digital. A pesar del descenso que muestran los últimos resúmenes en la producción editorial, creemos que esta labor de seguimiento y recopilación es de suma importancia, dado que existen 180 sellos editoriales en Cuba. Atendiendo a la diversidad que ello implica, el documento recoge los perfiles de las editoriales, los tipos de editoriales (internas, externas, etc.), géneros, temáticas, idiomas y edades.

Unido a esto, el Observatorio ha estado presente en la Feria Internacional del Libro, mediante la realización de encuestas de satisfacción del cliente, donde no solo se mide la lectura, sino otros aspectos como el funcionamiento de la Feria, la organización, demandas, etc.

Este fue el Observatorio que encontré a mi llegada, en 2016. Luego empezamos a enriquecer el perfil con una encuesta de CubaDigital, para indagar sobre la lectura en formato electrónico.

¿Cuáles han sido los principales resultados de trabajo en estos quince años?

En estos quince años hay bastantes resultados, aunque no tantos como quisiéramos. Hemos logrado acercamientos parciales a diversos tipos de público, que nos dan una medida de las preferencias lectoras y las demandas insatisfechas. Esto puede aplicarse a bibliotecas, librerías, escuelas o a la propia Feria Internacional del Libro.

Por otro lado, se han establecido varias líneas investigativas, y tenemos diversas áreas de trabajo, aunque ahora somos menos personas para atenderlas, porque nuestro personal se ha reducido. Nos repartimos entre estas áreas: editoriales, librerías, bibliotecas públicas y escolares, ferias y exposiciones, revistas y eventos.

Durante todo este año el Observatorio ha celebrado el XV aniversario, y hemos podido ver un crecimiento en la labor de esta institución, como la creación de observatorios en diferentes provincias y el trabajo mancomunado con el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC). ¿Nos comenta sobre el trabajo del Observatorio durante este año de aniversario cerrado?

El proyecto de los observatorios de provincia busca suprimir la condición habanocentrista del nuestro, que está dada por razones obvias: cuesta trabajo llegar a las provincias, los procesos de medición requieren de mucho tiempo y exigen recursos que no abundan en este momento. A fin de paliar esta situación contamos con el asesoramiento del CERLALC, que nos acompaña en la organización del Programa Nacional por la Lectura, en el que a su vez acompañamos a la Biblioteca Nacional José Martí, que es la protagonista. El CERLALC nos permite valorar la marcha del programa y, a la vez, ofrece acceso a técnicas y cursos de capacitación, como el Seminario de Bibliotecas Públicas y Escolares, celebrado recientemente y que tiene una gran importancia, porque brindó información sobre cómo se ve a la biblioteca en la actualidad, qué aporta y qué produce. En ese sentido, los observatorios provinciales tienen la idea de que, desde los territorios, las fuerzas de la cultura sean capaces de medir sus iniciativas, espacios, sus públicos y las necesidades de estos; en definitiva, buscan acercarnos más a ese misterio que es la lectura: qué persigue la gente cuando compra un libro, qué libros prefieren y qué formatos priorizan.

Desde principios de este año existe el Observatorio de Holguín. Estamos por crear el Observatorio de Cienfuegos y, después, el de Pinar del Río. Estos últimos son los dos más adelantados. Nos gustaría que hubiera observatorios en todas las provincias, pero las condiciones no son iguales. Esto requiere de un personal que posea un relativo entrenamiento y que no esté involucrado en otras tareas.

Por lo general los aniversarios cerrados marcan un punto de ascenso para las instituciones. ¿Cuáles son las proyecciones de trabajo del Observatorio para los próximos años?

Para los próximos años, el Observatorio pretende lograr una mayor vinculación con la academia, con centros como el Instituto Juan Marinello, por ejemplo. Durante algunos años fungimos como unidad docente; ahora buscamos rescatar este concepto, por medio de un convenio del ICL con la Universidad de La Habana. Ya antes fuimos unidades docentes en las facultades de Artes Y Letras, Comunicación y Psicología, pero como es de suponer, el COVID-19 frenó esa actividad y trastocó los cursos de las propias universidades.

También nos queda pendiente visibilizar aún más nuestra labor en las redes, porque mucha gente desconoce lo que hacemos. Saben que existe el Observatorio, pero lo ven como algo abstracto, una entelequia. Trabajamos para concluir un sitio web donde se puedan compartir nuestras investigaciones, que son documentos estadísticos en algunos casos, y valorativos en otros. Tenemos además un objetivo macro, medir los mapeos, pues estos varían constantemente, porque las estructuras de las bibliotecas y librerías son muy dinámicas, abren unas y otras cierran. Lo mismo sucede en las editoriales.

Igualmente deseamos proseguir con el estudio de las colecciones históricas del instituto y de otros sellos, porque en las colecciones está la esencia de las editoriales. Ellas las perfilan, les dan un sello que facilita que la gente las vea y ubique mejor los libros. En Cuba, por ejemplo, existen varias colecciones emblemáticas: en la editorial Gente Nueva encontramos Primavera, Aventura y Ámbar. Igualmente contamos con colecciones reputadas en Nuevo Milenio y Letras Cubanas, pero también las hay en Unión, Casa de las Américas y en los sellos del sistema de ediciones territoriales, de ahí la necesidad de analizarlas exhaustivamente.

Tampoco desistimos de nuestro propósito de acercar a los decisores de políticas públicas, por medio de diagnósticos, al estado en que se halla la lectura en Cuba. Este tema es bien polémico, porque a su alrededor gravitan distintas tendencias: una apocalíptica, según la cual nadie lee; una que cuestiona algunos tipos de lectura frecuentados por los adolescentes, y otra que globaliza la lectura y la lleva más allá de lo meramente literario, de modo que asume como lectura la que se hace en redes sociales, periódicos, revistas, blogs, etc.

Tomado de Cubaliteraria

Share this post
Archivar
Identificarse to leave a comment
«Leer es construir identidad»: inicia el camino hacia la 32 Feria Internacional del Libro de La Habana
Primera conferencia de prensa