«Tendríamos que hablar con justicia de las bibliotecas», aseguró Ania R. Hernández Quintana, profesora titular de la Facultad de Comunicación, durante una conferencia impartida en el Salón Profesional del Libro. El conversatorio, en el contexto de la Feria Internacional del Libro de La Habana, se adentró en el terreno de los diálogos académicos con las políticas de la lectura.
Durante el panel estuvieron presentes en la sala figuras reconocidas de este medio como Enrique Pérez Díaz, director del Observatorio Cubano del Libro y la Lectura; Jeimy Esperanza Hernández Toscano, gerente de Lectura, Escritura y Bibliotecas del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) y Pablo Canalicchio, director de la carrera de Edición de la Universidad de Buenos Aires. El público se integró por estudiantes de primer y segundo año de la carrera de Ciencias de la Información en la Universidad de La Habana como parte de su ejercicio de prácticas profesionales.
Hernández Quintana presentó la discusión académica de «¿Para qué sirven las bibliotecas en el siglo XXI?». Aseguró que una parte importante del declive de las bibliotecas a nivel global ocurre a causa de que el liderazgo social no se construye por actores desde el interior de las bibliotecas.
Declaró la profesora que «no sabemos quiénes son y dónde se encuentran los grandes bibliotecarios del presente siglo porque estos profesionales no participan sistemáticamente en eventos ni publican sus indagaciones científicas».
También admitió que habrá que discernir qué tipo de liderazgo social y político tienen los cientistas de la información para empoderarse a través de las herramientas informacionales.
Ante el sistema de relaciones biblioteca, sociedad y estado resulta urgente cuestionarse si todos los actores relacionados con esa tríada son capaces de discursar y ser críticos respecto a este fenómeno. «Deberíamos ser capaces de encontrar soluciones a los problemas de la gente a través de los espacios de la biblioteca. Reconstituirlos y transformarlos con ese objetivo», agregó.
Hay una segunda dimensión en esta discusión que está asociada al modo en que los bibliotecarios forman parte de las discusiones políticas, explicó Hernández Quintana. Para construir esos argumentos los profesionales de la información tendrían que contar con suficientes elementos de juicio. Debe construirse, entonces, la experiencia para desarrollar una mentalidad multidisciplinar que permita analizar el ecosistema del libro desde las más amplias aristas posibles.
La profesora diagnosticó el problema de que en la actualidad las bibliotecas existen como un sistema no articulado. Sus estructuras no se conectan. «Pero la biblioteca es un río donde todos los días algo cambia». Por esto es necesario repensar las lecturas de este espacio físico como un lugar que debe ser concurrido, que solo cumple con la función de almacenar libros y ser un repositorio académico.
Hernández Quintana concluyó: «uno de los retos fundamentales es qué podemos hacer para enriquecer los procesos, los servicios y las artes que se ejecutan en una biblioteca. ¿Cómo construir nuevos sistemas de metadatos? ¿Cómo hacer que las bibliotecas integren los paisajes de una ciudad, una minoría o un sector desplazado?».
Enrique Pérez Díaz, en su intervención confesó que con los años ha cambiado su concepto tradicional de las bibliotecas, tomadas a menudo por templos del silencio. En cambio considera que son entornos vivos. A nivel mundial la biblioteca actúa como la promesa de una redención.