Conozco a algunos teatristas que no les gusta la poesía y sé de poetas que nunca van al teatro. Ninguna de las dos posiciones es criticable, si comprendemos que cada cual hace con su vida lo que estime conveniente. No obstante, ambas actitudes son limitadas ante el arte y la cultura, pues desde hace mucho tiempo, no solo teatro y poesía, sino todas las manifestaciones, se han interrelacionado, siendo en algunas ocasiones ríos principales y en otras, aguas tributarias. Además, existen suficientes ejemplos de bardos que han incursionado en la dramaturgia. Figuras prominentes del teatro universal han escrito poemas trascendentales.
Por estos días, en nuestro país, Polimnia ha visitado a Talía con el propósito de reunificar caminos que jamás deben separarse. Tal es el caso del espectáculo Luz, dedicado al desaparecido escritor y artista Sigfredo Ariel, concebido por una constelación de hombres y mujeres de la escena. Sin embargo, hoy no nos vamos a referir a esta maravillosa pieza, sino a otra que también nos ha hecho «dichosos hasta las lágrimas». Se trata de La excepcional belleza del verano, representación, o mejor dicho, traducción teatral de parte esencial de la obra de Luis Lorente—una de las voces más importantes de la lírica cubana contemporánea—, la cual tuvo su primicia el 1ro de marzo de este año en El Arca Teatro Museo de Títeres (Ave. del Puerto esq. aObrapía),y volverá a presentarse en el mismo lugar los día 26, 27 y 28 de abril, a las 5:00 p.m., en el marco de la Feria Internacional del Libro de La Habana 2022.
La puesta nació a partir de la idea del curador y promotor cultural Guillermo César Pérez Veranes, quien procuró la selección de los textos y su disposición dramatúrgica. Para ello, fueron convocados el actor y Premio Nacional de Teatro Carlos Pérez Peña, las actrices Sarita Miyares y María Isabel Medina, la coreógrafa Lourdes Tamayo, y el diseñador y cineasta Pablo Villalobos, quien estuvo a cargo del diseño del cartel. En un proceso de búsqueda y de creación colectiva, se fue concibiendoel montaje. Mientras el grupo trabajaba, llegó la buena nueva de que el poemario homónimo había recibido el Premio Casa de las Américas. Antes, bajo el mismo título, habían sido reunidos los poemas ganadores del XXV Premio de Poesía de la Gaceta de Cuba. Debemos destacar que aun cuando el nombre delespectáculo fue tomado del libro, la selección abarca diferentes etapas de la obra de Lorente.
La excepcional belleza del verano es un canto a la vida que se debate entre sus imperfecciones y las ilusiones de vivirla plenamente. Es la nostalgia como máxima expresión del paraíso perdido,«la resaca de todo lo vivido», la tristeza causada por la pérdida, la impotencia ante el descalabro y las penurias, la preocupación por un mundo que se ahoga en la soberbia y no ha tomado conciencia de que vive en un eterno retorno. Aun así, es la belleza de la poeisis que trasciende lo nefasto y nos acoge en su regazo de esperanza.
La puesta logra su objetivo con eficacia: traslada el lenguaje de la poesía al lenguaje del teatro sin que ninguno pierda su autonomía. Ambas disciplinas han conformado varias intersecciones para que cada una reciba de la otra las esencias que la enriquecen; amén de crear una perfecta armonía al punto de fundirse en un cuerpo compacto. Todo ello responde, en primer lugar, al trabajo exquisito de escoger con exactitud los poemas y de ordenarlos cuidadosamente en pos de una historia sólida y convincente. Sin actores, por supuesto, no hay éxito posible. Y aquí el desempeño actoral ha sido encomiable, tanto en el rigor de enfrentarse a la gran dificultad de decir la poesía como en la ardua tarea de interpretarla en función de la dramaturgia. Además, han definido sus propios tonos para generar una diversidad de matices en un soliloquio, interrumpido en ocasiones por diálogos aparentes y compuesto por varios registros, que van desde la solemnidad de los momentos sublimes a la inmediatez de los instantes triviales. Aunque el diseño, la música y los elementos escénicos apostaron por la sencillez para dejar —como siempre debería ser— la mayor responsabilidad a los actores; fueron determinantes en la creación del hálito mágico que acompaña a cada verso.
Desde «Retrato de Rosario», primer poema, hasta «Tafia», último texto; no solo se rinde homenaje a la poética de Luis Lorente, sino se propone otra manera de mostrar la poesía. Con mucho respeto a los versados en el tema, me atrevo a decir que estamos en presencia de una obra de teatro. Theátron significa «lugar para contemplar», y en este caso no hemos asistido a un recital ni auna declamación de poemas; en verdad, hemos disfrutado una excelente escenificación. Quizás no se haga evidente una trama, no aparezcan personajes con su estructura tradicional, ni el gestus social se manifieste de modo explícito; pero sí existe un personaje que se llama Poeta, cuyo sujeto lírico se transfigura en un monólogo que trata los conflictos de su época, las contradicciones de la existencia humana y el amor a la vida a pesar de sus adversidades.