Profética es la lluvia en Bayamo, augurio de bueno y abundante. Llega esta vez para aplazar doce horas el inicio de la edición 31 de la Feria Internacional de Libro capítulo Granma. La gala inaugural planificada para la Plaza de la Revolución en la noche del miércoles 15, tuvo lugar al día siguiente en el cine Carlos Manuel de Céspedes, sin mellar el despliegue artístico de trovadores, el Coro Ismaelillo, la profesionalidad de los conductores Alain García y Leisa Martínez y las vibrantes palabras de la poetisa Lucía Muñoz Maceo a quien está dedicada la Feria bayamesa de manera especial en el año de su año 70 de vida.
Con prisa para que no faltara nada, se dispersaron los presentadores de libros, organizadores, periodistas, público. La Plaza de la Revolución, la primera con ese nombre, dado por los patriotas que fundaron la nación, se convierte en un hervidero de gentes que buscan qué leer, qué regalar, o sencillamente llevan un libro a cuestas porque también es «moda» por estos días estar en sintonía con el evento cultural de mayor importancia en todo el país a inicios de año, ya sea por el eslogan de «leer es crecer» o yo prefiero seguir diciendo que la lectura es la madre de todo conocimiento.
En el patio del Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes el poeta, crítico, ensayista, Doctor en Ciencias Filológicas Virgilio López Lemus, dictó la conferencia inaugural del evento: «Identidad y nación en la poesía cubana». Un recorrido exhaustivo por los versos que van descubriendo primero el criollismo caribeño del cubano, el despertar y nombrar lo propio, y luego los elementos de nación y nacionalidad, en símbolos tan naturales como la flora y la fauna.
Por primera vez en Bayamo invitado de manera oficial, el también investigador Titular del Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba, dijo que a Bayamo hay que llegar besando la tierra, como en Dos Ríos, Demajagua y otros lugares medulares para la Historia de este país. En media hora el académico titular de la Academia de Ciencias de Cuba, recorrió la historia de la poesía cubana en dos siglos y medio de existencia desde Espejo de paciencia. Señalando cómo, desde muy temprano, la identidad de lo que sería la nación cubana se refleja en la poesía, y este poema inicial de la literatura está geográficamente ligado a esta zona desde donde hoy el profesor López Lemus ofrece su conferencia.
A colación vienen decenas de bardos y poetisas: Heredia como expresión del romanticismo, considerado el primer poeta nacional que canta a la estrella y la palma antes de ser símbolos cubano, algo premonitorio sin dudas. Luego citó a la Avellaneda, la que refleja en sus versos el dolor de la emigración. Y los poetas matanceros Plácido y José Jacinto Milanés, que comenzaron a ver los grandes rasgos de la nación en la flora y la fauna, mencionan la pitajaya uno y la tórtola presa, el otro.
De Bayamo es imprescindible mencionar a José Fornaris y Luque, en dos etapas, antes de la guerra y posterior a la guerra. Primero con los Cantos al siboney, y el paralelismo entre los indios y sus explotadores con Cuba y el gobierno colonial español, comienza a hablar de la nación, y de esta poesía se nutren los patriotas que dan el grito de independencia, y a la vez son ellos también poetas: Céspedes, Palma, Figueredo.
Hasta la Cubanía en la décima, auténtica estrofa nacional, llegó el análisis con la obra de El Cucalambé, también de la región oriental, que realza el modo de expresión del campesino, lo eleva a tradición nacional. Posteriormente Lemus señaló la importancia de los poetas de la guerra, si bien no riman bien, dijo Martí, el mérito es tan grande que hay que quitarse el sombrero, y es en esta etapa que surge «La bayamesa» de Perucho Figueredo, devenida Himno Nacional de Cuba.
Con tintes de jocosidad, el poeta y estudioso de la literatura, señaló que «somos el pueblo del corre-corre, en La Bayamesa de Perucho está, somos un pueblo muy de prisa (risas) decía Nicolás Guillén: ¡corramos!». Y siguió el recorrido por los románticos Mendive que canta a la gota de rocío, el bayamés Juan Clemente Zenea y Luisa Pérez de Zambrana que ponen fineza a las letras.
Reafirma Virgilio que el pueblo cubano es musical, rítmico, pero la poesía con Heredia, Zenea y Luisa es elegíaca, cantan al ayer que ya es historia, cantan a los perdidos, hacen poesía revolucionaria. Particularmente Luisa canta a los seres que ha perdido, padres, hijos, esposo, hermana y es muy leída por los mambises que están pasando también por situaciones de pérdidas, es una poesía que conecta con el momento duro que viven sus coterráneos, por lo que la convierten en poeta del pueblo porque llora a los que ha perdido por la guerra.
Influencias de la cultura inglesa trae Juan Clemente Zenea y Julián del Casal, el gran poeta modernista, trae influencia francesa que enriqueció la poesía cubana. Sin embargo, el nacimieto de José Martí, uno de los mas grandes intelectuales, gran poeta de la lengua hispánica, con él tenemos una nación para sí, en los versos sencillos palpita el pueblo cubano, que se expresa en octosílabos, y Martí en cualquier tipo estrófico usado refleja a Cuba.
Hasta el siglo XX llegó Lopez Lemus, admirado por la belleza y el simbolismo de una ciudad donde mujeres y hombres dejaron huellas profundas en la poesía y la cultura cubana. Terminó con unas palabras que se antojan entre paráfrasis y setencia dirigida a lo poetas presentes y ausentes a este momento: «Poesía o muerte: ¡Versaremos!».
Palabras inaugurales a cargo de la poetisa Lucía Muñoz Maceo
La Feria del Libro es, sin lugar a dudas, el evento cultural más integrador y trascendente de la Cultura Cubana, por lo que el libro representa, no sólo como vía de conocimiento sino como fuente sustentadora de la espiritualidad del ser humano. Pero no podemos separar al libro del contexto vivencial que lo rodea, de las necesidades sociales que reclaman de él la apertura de caminos, y la necesidad de que se fortalezca una mirada mucho más sensible a los grandes desafíos que enfrenta la humanidad, agobiada por los intentos de grandes centros de poder que fortalecen su hegemonismo e intenciones de dominio cultural.
El libro puede ser un valladar frente a esas posturas de colonización cultural, de ahí la importancia de un evento como este que permite abrir los caminos para que la población pueda acceder a los beneficios de los que todo libro es portador.
Nuestras ferias del libro nacen de la intención forjada por una política cultural que desde los inicios mismos del triunfo revolucionario vio en la lectura una forma de crecer, y ese crecimiento siempre se vislumbró para todos. Esa es la jerarquía que desde los días gloriosos de la creación de la Imprenta Nacional, permitió que la utopía de un desarrollo humano, democrático y popular, cabalgara en un Rocinante que subió montañas, acudió al reclamo de las comunidades humildes, y en todos los espacios de la nación dejó la impronta de luz engendrada por los libros.
La Feria que hoy inauguramos en la provincia de Granma, en su 31 edición, es la culminación de todo un esfuerzo sostenido en el año para que, a pesar de múltiples dificultades económicas, y de las limitaciones que nos impuso la pandemia, el libro y la creación literaria pudiera sostener su imprescindible ejercicio cultural. Para esto se buscaron soluciones, y la promoción de la lectura y la creación misma no fueron apagadas.
Nos alegra que la Feria se le haya dedicado a Colombia, un país hermano con grandes poetas y narradores. Precisamente en este mes de marzo se celebra el natalicio de Gabriel García Márquez, el cual, a través de su imaginería portentosa, nutrió a la literatura latinoamericana de unas dimensiones insospechadas. Asimismo estimulan mucho los reconocimientos a Aracelis García Carranza, Premio de investigación cultural, y a Julio Travieso Serrano, Premio Nacional de Literatura 2022.
La versión granmense de la Feria ha tenido motivaciones importantes como:
- Los centenarios de Fina García Marruz y Antonio Núñez Jiménez
- Los 205 años del natalicio de Perucho Figueredo
- El 170 aniversario del natalicio de José Martí
- Los 45 años de creadas las 10 instituciones básicas del sistema de la cultura
- Los 30 años de fundación del Centro de Promoción de la cultura literaria Manuel Navarro Luna
- Los 20 años de Ediciones Orto
Una mirada al programa concebido para esta Feria, nos permite ver la variedad de acciones que se desarrollarán no sólo en el entorno del centro histórico, sino que estaremos en comunidades alejadas, en centros de trabajo y estudio, se avivarán homenajes, presentaciones de libros, comercialización de los mismos, espacios de pensamiento y reflexión, conferencias, y la integración con manifestaciones artísticas como la música, el teatro, las artes plásticas, la danza y el cine. No podía faltar un pabellón infantil, y el tecnológico, encargado de las nuevas perspectivas de las publicaciones digitales, que hoy se abren caminos en el país y en nuestra provincia.
Compañeras y compañeros, amigos del libro. Nuestro país vive momentos difíciles, el bloqueo, y una sostenida guerra cultural, son realidades palpables, y asimismo enfrentamos serios problemas económicos. Pero es también un momento de búsquedas, de lucha contra nuestras propias insuficiencias y limitaciones.
El que la Feria pueda ser realizada en circunstancias tan complejas y difíciles, nos habla de la voluntad de sostener la cultura como una forma de fortalecer nuestra nación. Esta voluntad nos viene de una tradición de lucha, y de una vocación humanista donde civismo y cultura se articulan para fortalecer lo que somos, y abrir así nuevos caminos para el desarrollo. Las Ferias del Libro están integradas a esa proyección. Trabajemos unidos para que este evento cumpla sus objetivos, y el libro vuelva, con la adarga al brazo, a cabalgar, indetenible, por los campos reverdecidos del espíritu. Nuestro pueblo, humilde y batallador, se lo merece.
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