«Espera un poco, espera unos años más, dame una oportunidad», ruega Virgilio Piñera en su cuento «Un jesuita de la literatura». Al otro lado del hemisferio de la realidad su voz hace eco en las generaciones de jóvenes escritores. Piñera habla de la inquietud de la creación como se habla de las locuras que la gente esconde en el subconsciente: «Sí, a eso; a lo que no se nombra, pero que bien sabes lo que es: la razón de tu vida, el motor de tu existencia, lo que te hace vivir y morir al mismo tiempo, insoslayable como un cáncer; pero del cual piensas —¿piensas?— que brotarán las flores magníficas y mágicas, de..., ¿de qué? No, no lo digas».
«Bueno, si yo pensara ahora mismo que la juventud está perdida, no tengo nada que hacer, recojo y me voy—asegura Luis Yuseff, editor-jefe del sello cubano Ediciones La Luz—, lo que es falso es el hecho de pensar que la sensibilidad o el amor por la literatura tiene que ser algo masivo. No es así. Siempre me gusta recordar a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Ella decía algo como no creo en más aristocracia que la del talento. No todos los jóvenes tienen que amar el libro, no todos los jóvenes tienen que amar la buena música ni el cine. Cada uno está hecho de lo que ha podido hacerse. Sí está en nuestras manos como editorial ayudar a pulir un poco más esa piedra, sacarle brillo a esa superficie. Pero el joven que tiene de manera innata ya incorporada su vocación hacia la belleza, va a apostar por ella en medio de las situaciones más difíciles y de las distracciones más seductoras. El joven va a buscar escribir».
Luis Yuseff duda antes de comenzar a enumerar «las historias de la luz», son muchas y abarcan décadas. «Yo comencé en el año 2005 a trabajar con Ediciones La Luz, que era un año realmente difícil para una editorial de la Asociación Hermanos Saiz (AHS), sobre todo porque lo que sucedía en aquellos tiempos con el sello es que habían demasiadas estructuras fracturadas como para que La Luz lograra sobrevivir a las circunstancias y bueno se organizaron los astros de algún modo», comenta Yuseff acerca del único sello de los cinco que tiene la AHS que está localizado en el oriente del país.
Virgilio Piñera inunda todos los rincones de La Luz. «Algunas antologías que han marcado hitos dentro de la historia de Ediciones La Luz que tiene ya más de veinticinco años de fundada es La isla en versos, que más que una antología es una compilación de autores cubanos que rozan de algún modo la insularidad o la cubanidad, siempre enfocada como homenaje a la obra de Virgilio Piñera. Cuando cumplió su centenario, esa antología fue además versionada como audiolibro y lo acompañó con una gira de presentaciones por nueve ciudades del país. Y eso marcó una diferencia de lo que estaban haciendo quizás al resto de editoriales de la Asociación», relata.
La Luz desea hacerle espacio a la joven literatura cubana y ofrecer una propuesta de la que el autor tenga menos de que arrepentirse luego. En palabras del editor y también poeta: «Tratar de que el libro que se escoja sea el libro más amigable para ellos en un futuro, aunque esto no hay manera de garantizarlo tampoco, de lo más hermoso que puede ocurrir con la creación es esa insatisfacción constante con lo que se ha escrito».
En estos tiempos la editorial ha diversificado sus modos de socializar el libro. Ya no se trata de esos inicios donde las cubiertas de los libros se hacían únicamente en las risográficas en blanco y negro. Ahora existe una colección de audiolibros llamada Quema palabras que tiene más de veinticinco títulos incluidos. También trasladan el libro electrónico al mundo audiovisual mediante una serie audiovisual con entregas mensuales, La claridad avanzada, frase que es a la vez un verso de Piñera en La isla en peso. «La búsqueda de transformar procesos comunes como ir a una cabina de radio o imprimir una gigantografía en una mipyme (palabra que me resulta tan poco poética) en un suceso también a favor de la de promoción de la literatura. El acto de convertir una cabina radial a veces empobrecida en su andamiaje, pero con un material humano valioso detrás, en un suceso. Hacer de la voz que está quedando ahí grabada deja un testimonio de su poesía intrínseca y todo eso llevarlo a las diferentes redes», anota el editor.
Aunque a decir de Yuseff, en La Luz no solo se admiten a jóvenes: «A mí siempre me gusta recordar el lema de las romerías de mayo, “No hay hoy sin ayer”. Esto es visibilizar que están los maestros, es necesario escucharlos siempre y por eso la editorial tiene también colecciones que están dedicadas a la obra de escritores consagrados. Entonces, en un catálogo editorial de La Luz confluyen perfectamente dos, tres, cuatro generaciones de autores».
«Todo esto dentro del panorama de un sistema editorial que no es completamente diverso ni democrático, porque estamos siempre trabajando de las fronteras hacia adentro, nos consumimos nosotros mismos. Y nos agotamos por momentos también entre nosotros mismos», agrega.
Sin embargo, para Yuseff no hay retos inconmensurables: «Permanecer durante veinticinco años y más, es el reto mismo». En segundo plano se encuentran las idas y venidas de la realidad del libro digital. «No ha aparecido en Cuba para suplir la carencia del libro impreso, eso un disparate. El libro digital existe en el mundo antes de esto que nosotros hemos querido entender como un descubrimiento. El libro digital convive con diferentes maneras de socializar la literatura, el libro en su formato impreso, en audiolibro. Nuestras limitaciones para entender este hecho afectan no solamente al público lector que no está entrenado en otros modos de lectura sino también afectan al propio autor. El escritor también piensa que el único modo de que el libro exista tiene que ser como un ejemplar que sale de una industria poligráfica. Entonces muestra resistencia a la colaboración con la editorial, que no es una colaboración en términos generales, en todo caso está negándose a que su propia obra alcance otros horizontes».
Si le preguntas, el editor dirá lo que dicen todos los editores genuinos: «Me gustaría ver la editorial siempre llena de libros y de gente joven. Podría llenarte esto aquí de sueños. Pero es suficiente con lo que tenemos ahora a mano, con lo que estamos dando las guerras. Creo que, por algún tiempo, vamos a tener esa gente linda que te estoy diciendo, cerca de La Luz».
Yuseff asegura que desde la editorial continúan enfrentándose a los mismos problemas de publicación y producción del libro: «Solo que en años anteriores, cuando teníamos la posibilidad de imprimir solamente diez libros, nos creíamos pobres. Ahora que no tenemos casi ninguna alternativa somos más pobres. Ahora sí somos pobres de verdad. Y ante la desgracia, tú decides si te quedas en esa pobreza que no es tan irradiante o si sigues apostando a otras opciones de promoción. La encrucijada de si decides no callar, permitir que tu pesimismo llegue a todas partes, que se imponga ese discurso de la derrota o si continúas apostando por lo bello. Apostando por la literatura».