Tren para Salinger
En este tren podemos escuchar desde sus primeras líneas, que no férreas sino literarias, los ruidos que emite el artefacto sobre los rieles; los rugidos de las extrañas criaturas que lo habitan y hasta los suspiros o sollozos de Salinger, «…Claro, no el famoso… Quiero decir, ese al cual todo el mundo conoce», el escritor estadounidense, quien allá en los años 50 trasciende con su libro El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye), sino el otro, el que Barbarella D′ Acevedo convierte en uno de los tres personajes protagónicos de Tren para Salinger, novela con la que recibió el Premio Hermanos. Loynaz 2021, entre las 78 obras que participaron en ese certamen en el género de literatura infantil. Y es precisamente sobre los personajes que hago mi primer llamado de atención a los lectores, que unido al uso de los diálogos vigorosos, y a la descripción, se complementan en trinomio perfecto para hilvanar escenas cinematográficas que devienen en un argumento robusto sin descuidos narrativos. En ese sentido, completan la triada de personajes Manu, de Manuel, niño de 12 años con una habilidad grandiosa para construir historias con las que casi logra enloquecer al asustador, —aparente solitario pasajero— escritor que viaja a un encuentro de literatura de terror para infantes, pero que después de la maña de Manu para fabular, comienza a percibir entes sobrenaturales detrás de las puertas de cada vagón. Por último, y no menos interesante, Royal, que además de ser el padre es el maquinista y un científico frustrado, incomprendido por el gremio. Los tres personajes están trabajados con paciencia de orfebre que, llevado al ejercicio escriturario, se traduce en una caracterización psicológica excelente y la organicidad de la dramaturgia.
En la novela, escrita con pericia, la descripción, entre tantos puntos a favor, se cuida mucho en cada escena y las fortalece. Puedo asegurarles que se perciben hasta los olores, diferentes en cada vagón, que denotan un espacio-ambiente insalubre, sobrenatural, penumbroso, el cual entona muy bien con la atmósfera construida desde la intención expresa de mezclar los ingredientes que componen la literatura de misterio y de terror. Y es aquí mi segundo llamado de atención: La manera en que se cuenta tanto en forma como estructura: En ese sentido, el punto de vista utilizado es un acierto de Barbarella, al contar en primera persona del pasado en voz del niño, cuestión que robustece la narración al sincronizase armoniosamente con las interlocuciones de este mismo personaje con los otros dos, razón que marca el hilo conductor en toda la novela, dígase en el modo de usar el lenguaje: la descripción, la narración y el diálogo. Un elemento significativo en la estructura del libro es la presentación de los capítulos en los que aparecen las historias fantásticas contadas por Manu, casi de manera paralela, que como afluentes de los que exponen la idea central le aportan elementos, sin contaminarla, dígase nuevos personajes y subtramas, que contribuyen a engrosarla y potencian el halo misterioso que se eleva como las espirales de humo del tren en la ambientación de todo el argumento, lo que hacen de esta propuesta literaria un producto más original y contundente.
La novela está estructurada en 14 capítulos, en que solo sus tres personajes protagonistas, Salinger, Royal y Manu, tienen tanta expresividad y fuerza dramática que bastan para engrosar la idea central y conformar el argumento. Cada historia, cual vagones sucesivos que se van entrelazando por sus acoples o enganches, nos obliga a saltar a la siguiente para descubrir qué se esconde o simplemente a otros personajes viajeros que dan corpus al hilo conductor del texto en el que no se regala nada. El niño quiere que su padre recobre el prestigio como científico, sea reconocido por el gremio y así recupere la autoestima. Para eso ha planeado el viaje con Salinger, escritor engreído, pero con la fama suficiente para hacer el lanzamiento de un libro, espacio en el que se podían mostrar el sensor de energía para casos de invisibilidad, que años atrás había inventado Royal, y hasta los espeluznantes seres, y así demostrar que no estaba equivocado. Cada elemento o personaje está bien colocado y engrandece lo contado. Claro está que esto no surge del mero hecho de crear o por empirismo escriturario; no por gusto la autora ha bebido de la buena literatura universal, estadounidense o cubana, o se ha formado como teatróloga, graduada del ISA y, además, en el Centro Onelio Jorge Cardoso, de los cuales, estoy seguro, se armó con las herramientas necesarias, lo mismo para construir un artefacto de coches comunicantes, como los del tren, que reinventar otros mundos que pudieran existir o no en las subjetividades humanas, por supuesto, literariamente hablando. En tal sentido, su obra ha sido merecedora de diferentes premios y publicada por editoriales cubanas y extranjeras. En el caso particular de la creación infantojuvenil contempla En busca del Hada Marrana (Extramuros, 2019) y Habana Pulp Mission (Solaris, Uruguay 2022).
Agradezco a la autora por escoger nuestro concurso, y aquí les confieso que me siento doblemente dichoso, primero, porque estuve en el jurado que decidió, entre otras excelentes propuestas, otorgarle el premio a su proyecto, y segundo, por la posibilidad que Ediciones Loynaz me da de trabajar nuestras colecciones infantiles y con ella subir, quizás primero que todos ustedes, a este tren donde me hice acompañar en el viaje de Iliá Valdés Hernández, en el diseño y Vivian M. González González, en la corrección, pero que además, me dio la oportunidad de conocer a Erick Eimil Mederos, quien subió en la última estación y con sus ilustraciones le fue dando color y forma a cada vagón para lograr la armonía perfecta y el libro más cercano a lo que simplemente soñamos.
Termino mi presentación parafraseando el primer párrafo con el que la autora introduce esta, estoy seguro, entrañable historia: Le digo a ustedes, lectores, «el viaje no será muy largo. Aunque este tren no alcanza gran velocidad, ni es un expreso ni mucho menos, Babarella es un maquinista de gran pericia», digo, narradora, y con ella su buena literatura nos llevará después de esta parada, sin duda, a una estación futuro en las que seguramente nos esperarán otras propuestas y a la que solo se llega después de un viaje en el que nos hacemos acompañar por este excelente libro en un tren que, desde hoy, su lanzamiento-puesta en marcha apunta a ser para todos.
La carta de Mélany
«Mélany le escribió a su tío la carta más bella que pueda leerse. Con una paloma mensajera, plumas de plata refulgiendo al sol, brújula con alas en el cielo, incluso a contravientos, se la envió hasta Zaragoza».
Así comienza este viaje desde un techo de antiguas tejas rojas, en la provincia cubana de Pinar del Río, hasta la ventana de una casa en el alma de Zaragoza, hermosa provincia española. Un viaje a través de la nostalgia y el amor que se tienen una niña y su tío, separados por la distancia.En estas breves páginas, la añoranza por el reencuentro se nos antoja como otro personaje dentro de la historia concebida por Luis Hidalgo Ramos, joven figura dentro de las letras destinadas al público infantil, quien nos regala esta exquisita joya de amor y delicadeza, escrita en la más tierna prosa que lleva al lector desde la primera línea hasta la última en una suerte de viaje maravilloso, donde el adecuado dominio de los recursos literarios se pone en función de una fantasía que habla del valor de la familia, del amor que va más allá de cualquier frontera.
La carta de Mélany lleva hasta Zaragoza un pedazo del diminuto corazón de la niña, recorriendo las distancias como una brújula dispuesta a encontrar siempre el camino justo, paloma mensajera que en su vuelo nos acerca a este intercambio de ternuras que Ediciones Loynaz pone hoy en tus manos, con las fabulosas ilustraciones de Yancarlos Perugorría, la edición a cargo de José Manuel Pérez Cordero, el diseño de Iliá Valdés Hernández y la corrección de Vivian M. González.
Premio Chicuelo 2021, La carta de Mélanyse nos revela como una invitación a volar en la magia, nave para la cual solo necesitaremos algunas migas de pan, un pomito verde con refresco de fresa y un par de alas refulgentes al sol, brújula de amor que traerá de vuelta hasta Melány, no ya un pedazo, sino el corazón entero de su tío.