El Salón Profesional del Libro correspondiente a esta edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana 2022, quedó inaugurado en la sala Nicolás Guillén de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena. La conferencia «Literatura y oralitura en tiempos de pandemia. Letra y voz como antídoto», a cargo del novelista, poeta y repentista Alexis Díaz Pimienta, fue el primer evento del programa.
Apenas unos minutos antes de comenzar la exposición, los presentes fuimos testigo de un hecho excepcional. Alexis Díaz Pimienta y Lucas Baños, el niño que encarna al personaje de Chamaquili en diversos cortos de la televisión cubana, por fin se conocieron personalmente. «Es la primera vez que nos vemos. Todo el trabajo se había hecho a través de internet», dijo Díaz Pimienta. Chamaquili, con su atuendo habitual, festejó el encuentro quitándose el sombrero en un simpático gesto de saludo y respeto hacia el poeta. «No traje sombrero, pero, para ti, chapó», correspondió Díaz Pimienta.
El programa del día comenzó con un mensaje, vía internet, que enviara Stefania Giannini, subdirectora de Educación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La funcionaria destacó en su alocución la importancia de la lectura, las carencias educativas de la infancia en no pocos lugares del mundo y los aportes de Cuba en cuanto a su colaboración a través de programas alfabetizadores y otras ayudas intelectuales. La UNESCO reconoce a la educación como un bien público y aplaude a los gobiernos que sostienen una labor sistemática en función de ese acto de justicia, destacó Giannini.
El escritor Alexis Díaz Pimienta tuvo su turno para dialogar con los presentes. Más que una charla académica quiero contar vivencias, anunció, y centró su conferencia en lo que representó la literatura, la posibilidad de crear en cualquier manifestación, durante el duro confinamiento que trajo aparejada la pandemia en Europa. El poeta relató que fue una oportunidad única para terminar textos a medias, inventar nuevos proyectos y replantearse otros. La creación nos salvó en esos tiempos tan oscuros y de malos ánimos y eso fue una experiencia de supervivencia literaria, expresó.
Uno de esos proyectos fue su academia de oralitura, cuyo centro es lograr todo tipo de entrenamiento en las artes orales. No se trata solo de dar clases de repentismo; ahí podemos improvisar, pero también crear un rap, pasearnos por la canción de autor, decir en voz alta un poema del Siglo de Oro español, explicó. En general, las artes orales fueron una salvación para mí y para muchos, reconoció. Esos asideros creativos, sostuvo Díaz Pimienta, sumado a escribir mucho y más, fueron los que ayudaron en buena medida a rebasar ese momento oscuro.
Su intervención concluyó con la escenificación de varios de sus textos por algunos de los pequeños actores y actrices del grupo teatral La Colmenita, incluidos, por supuesto, Chamaquili y su amigo Iván.
A segunda hora, fue el profesor Jorge R. Bermúdez, de larga data como escritor e investigador de la gráfica en múltiples manifestaciones cubanas, quien tuvo a su cargo la otra exposición del día. Para los que alguna vez fuimos sus alumnos universitarios, no nos asombra su profundo conocimiento y el modo tranquilo pero inequívoco en que lo trasmite. Su conferencia «Portadas y carteles. ¿Deudas del libro en Cuba?», fue, ante todo, una muestra de asentada sapiencia.
El ponente hizo un amplísimo y detallado paneo a través de los grandes momentos del devenir humano, desde sus orígenes prehistóricos hasta el siglo actual, donde desgranó las relaciones entre el pensamiento, la escritura y los avances tecnológicos relacionados con esta.
Desde los registros cuneiformes, los jeroglíficos, los textos de amanuenses en papiros y pergaminos, las primeras fábricas de papel, las bibliotecas más famosas, hasta llegar a la invención de los tipos móviles y a la impresión moderna de libros, sin obviar el libro digital, Bermúdez ofreció un muy interesante análisis histórico de la comunicación humana, sus usos y sus diferentes soportes.
El profesor recordó que fue la voz el primer y más importante medio de preservación de contenidos humanos significativos, con Cristo y Mahoma como ejemplos capitales, pues ninguno de los profetas escribía. La importancia de la economía y las transacciones comerciales tienen un papel primordial en el surgimiento, tanto de la escritura como de los nuevos modos de registrarla y conservarla, explicó.
En el contexto cubano, destacó hitos de la historia comunicativa cubana como La tarifa de precios de medicinas, considerado el primer impreso cubano, el Papel Periódico de la Havana o las impresiones de Esteban José Boloña en la segunda mitad de 1700. Recordó la impronta de José Martí y su presencia constante como crítico de las artes plásticas y significó la capacidad del Apóstol para ser capaz de reseñar importantes exposiciones y obras que solo conocía a través de fotos o catálogos.
En tiempos más contemporáneos, Bermúdez subrayó que una revista como Social, donde unieron fuerzas Conrado Massaguer y Emilio Roig de Leuchsenring, significó un claro avance y uno de los primeros asientos de las vanguardias visuales y literarias en Cuba.
De la época actual, el profesor recordó que tanto la cartelística política como la cultural, con destaque para las producciones del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC), al igual que las portadas de libros, en especial en las décadas del sesenta y setenta, ostentaban la idea vanguardista en la que vivía inmerso el proceso social cubano. La Imprenta Nacional publicó el Quijote, en cuatro tomos a 25 centavos cada uno, ilustrado por los grabados de Gustave Doré, rememoró. Esa es una idea vanguardista, subrayó. En conclusión, tanto el cartel, como las portadas de los libros, como buena parte de la gráfica en general de esas dos décadas, son la primera y unas de las más importantes manifestaciones de la vanguardia y el pensamiento artístico de avanzada que desde lo visual generó la nueva cultura revolucionaria, destacó.